Construcción: Empleo y Bienestar
Dos
variables que, según el Ing. Sayegh, podrían definir el eje de aporte central
de la aplicación de la ingeniería civil. Si nos detenemos a analizar un
instante el título de la ponencia y lo relacionamos con el contexto real en el
que actualmente se desarrolla la industria en Venezuela, rápidamente nos
podemos dar cuenta que, a pesar que fueron desarrollándose en décadas
anteriores, ahora se encuentran en un atroz retroceso. En cuanto a la primera
variable, a pesar de generar más de un millón de empleos directos y
aproximadamente el doble de empleos indirectos, es un hecho que cada año las
inversiones y los proyectos disminuyen, y consigo las oportunidades de trabajo.
Por otra parte nos preguntamos: ¿bienestar? El Foro Económico Mundial posiciona
a Venezuela en el puesto número ciento veintiuno (121) en cuanto a la
competitividad mundial en infraestructura en el Informe Global de
Competitividad 2016-2017. Esta posición apunta lo contrario al bienestar
social, describe lo anacrónico de nuestras obras civiles y la falta de
mantenimiento y restauración de las mismas; es necesario avanzar con la
tecnología para garantizar el confort de la demandante sociedad.
Ahora
bien, para argumentar el retroceso de la industria señalado anteriormente es
importante conocer primero el desarrollo que una vez la impulsó en el país. Si en
este artículo consideramos la creación de la Cámara Venezolana de la
Construcción como el inicio de la construcción como industria organizada,
volvemos casi medio siglo atrás, al año 1943 cuando ésta fue fundada. La CVC se
funda como asociación de contratistas de obras civiles con el objetivo
principal de organizarse y unirse para ser el único representante ante el ente
contratante. Luego, en 1958, funda de la Federación Interamericana de la
Industria de la Construcción (FIIC) junto con México, Brasil y Argentina. Ese mismo
año plantea de manera innovadora la contratación colectiva de trabajo por rama
de industria. Además, en 1982 bajo la iniciativa de formar personal obrero
especializado la CVC funda el Instituto Nacional de Capacitación y Educación
(INCE) a los que iban dirigidos el 2% de los ingresos generados en la industria
constructora. Pocos años después, en 1989, se le atribuye uno de los mayores
logros para los constructores con relación a la ética del ingeniero: entra en
vigencia de la Ley de Licitaciones.
Todo
lo mencionado anteriormente, junto a la democracia ejemplar que se venía
evidenciando en Venezuela, situaba a la construcción venezolana a la vanguardia
a nivel mundial. Con un inventario de máquinas y equipos de tecnología avanzada,
trabajadores especializados y las leyes y normas en orden, Venezuela en sus
vías de desarrollo era un ideal tanto para los inversionistas como para los
constructores.
Desde
finales de los 90 hasta hoy en día, todos estos proyectos de avance fueron siendo
obstaculizados hasta tal punto que el desarrollo de una infraestructura viable
para el país se hizo prácticamente imposible. Estas trabas son producto de
muchas decisiones contraproducentes que lamentablemente acarrean consecuencias
bastante delicadas para los venezolanos en todos los ámbitos imaginables. Los
modelos económicos por los que se han regido los últimos gobiernos han
disparado la inflación generando expectativas inflacionarias que a su vez
dificultan la creación o continuidad de planes a mediano y largo plazo,
favorece la desinversión del sector privado y entorpece la idea inicial de
discutir los honorarios de contratación colectiva cada tres años.
La
dispersión de recursos monetarios destinados al desarrollo de la
infraestructura nacional nos sitúa con un déficit de más de dos millones de
viviendas, siendo éste la problemática más grave. Un ejemplo ilustrativo son
las cifras publicadas por el Banco Central y la CVC sobre las viviendas
construidas en los períodos presidenciales, donde se establece que en los últimos
15 años se hicieron menos viviendas que en cada una de las pasadas tres
décadas. Este problema es indudablemente el más delicado, ya que no solo se
trata de una necesidad básica para los ciudadanos, sino que los obliga a
construir viviendas informales en complejos y barriadas desarrollados sin
ningún tipo de planificación ni prevención de riesgo. Según la Encuesta de
Condiciones de Vida (2014) el 80% de la población se encuentra en zonas de alta
amenaza sísmica; esto, sumado a la informalidad de las viviendas, pone en
peligro la vida de millones de venezolanos. Es de carácter urgente hacer
público la realidad de este tema y dirigir las acciones ingenieriles a la
solución inmediata de este problema.
«los
progresos científicos más extraordinarios, las proezas técnicas más
sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso, si no van acompañados
por un auténtico progreso social y moral, se vuelven en definitiva contra el
hombre»
Papa
Pablo VI, 1970.
Como señala en Papa Pablo
VI, es de gran importancia avanzar y desarrollarnos en pro de la sociedad,
fusionando los conocimientos técnicos, la investigación y la academia con el
interés social y moral. En el caso de Venezuela, es momento de que todos los
profesionales se involucren en la realidad de pobreza tan abrumadora que
determina la vida de tantos venezolanos y limita sus posibilidades y
oportunidades. Es momento de que juntos construyamos el país que queremos
aportando desde el ámbito en que más nos destaquemos, siempre con el objetivo
de estrechar las diferencias sociales que tanto mal nos han hecho en cuanto al
desarrollo de nuestra sociedad.